La consagración del año '58, en aquella memorable final disputada en el estadio Luna Park, fue un hecho que marcó un antes y un después en la historia del basquetbol Lanusense. A partir de esa noche, los sueños de volver a repetir tal hazaña permanecieron vivos durante años, sin embargo, esa misión no sería tan sencilla, porque, más allá de que el equipo siempre se mantuvo entreverado entre los principales protagonistas de la competencia, el camino a transitar para volver a alcanzar la gloria sería muy largo y empinado.
Conocedor del austero presupuesto con que contaba la institución para sustentar el básquet, Alfredo Murillas, estaba convencido que la única vía posible para volver a levantar la copa era encarar un serio trabajo formativo en las divisiones inferiores. Freddy había sido formado en la mítica cantera del Club Gimnasia y Esgrima de Santa Fe, una de las mejores escuelas del interior del país, donde recibió grandes enseñanzas de verdaderos maestros del deporte de la pelota naranja, como los internacionales Raúl Calvo y Tomás Vío entre otros.
Esa concienzuda y minuciosa labor formativa que Freddy puso en marcha a comienzos de la década, paulatinamente fue dando sus frutos y, para 1969, el plantel de primera división estaba conformado en su mayoría por jóvenes canteranos. Ese mismo año, Lanús produjo un nuevo cambio en la conducción del equipo. En esa oportunidad la responsabilidad recayó en Raúl García, un hombre del barrio, con gran trayectoria en basquetbol Metropolitano, que conocía al plantel "Granate" como la palma de su mano.
Justamente, la "mano" del Gallego comenzó a verse ni bien se puso en marcha el Torneo Preparación. Allí, pese a sufrir la sensible ausencia de Carlos Pellandini, el equipo mostró una imagen muy renovada y apoyado en un sólido trabajo defensivo y un ataque rápido y efectivo consiguió redondear una fase clasificatoria casi perfecta (6-1). Pese a la buena campaña que venía realizando, Lanús no llegó al cuadrangular final como favorito. Sin embargo, en semifinales dio el gran golpe a derrotar, en un partido vibrante a River Plate por 68 a 66, con un magistral segundo tiempo de Carlos Pellandini (23 puntos), que después de cinco meses de inactividad volvió a brillar en todo su esplendor. Era la segunda vez en la historia que Lanús llegaba a una final por el Apertura; la primera había sido en el ´64, en aquel recordado desempate con caída ante Boca.
El encuentro decisivo ante San Lorenzo se jugó en un colmado gimnasio de Don Bosco, como hacía tiempo no se veía en la metrópoli. Esa noche, el equipo de Raúl García jugó un partido tremendo y eclipsó todas las luces de "La Catedral" con un merecido 73-65. Fue la noche consagratoria de Jorge Ucha, que con 17 puntos y una encomiable labor defensiva se transformó en el protagonista principal, bien secundado por el sapiente Alfredo Murillas y el incansable Ricardo Palmarochi. Fue otra noche de locura para el público "Granate" que, al finalizar el encuentro, hizo estallar el estadio. Fue una noche histórica para una ciudad que con el correr del tiempo se iría transformando en un verdadero "Paraíso del Básquet".
Estos son los hombres que, conducidos por el debutante Raúl García, inscribieron su nombre en la historia: Alfredo Murillas, Carlos Pellandini, Eugenio Messina, Jorge Ucha, Adolfo Sanchez, Carlos Vázquez, Jacinto Lob, Ricardo Palmarochi, Horacio Lamare, Norberto Fossati, Carlos Pantano, Fausto Lara y Mario Marchini.
Autor: JF (Leyendas Granates)
Comentarios
dejo mi mail por si necesitan fotos o algo que en casa tengo
gracias
GERMAN LOB
Un abrazo